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¿Sera importante la formación de adultos para la Gestión Asociada?

Por Clara Stella Juliao Vargas |

Directora Centro de Transformación Social

Es normal escuchar que la formación se debe y puede realizar durante toda la vida, y que al entrar a la edad adulta mayor aun se pueden cambiar no solo hábitos sino también conocimientos y opiniones sobre los fenómenos y circunstancias sociales. En ese proceso es donde entran  en juego la experticia y las experiencias de los adultos mayores para aportar  a los procesos de planificación-gestión participativa.

La vida y la participación están ligadas a lo que conocemos y a lo que vamos interiorizando como experiencia y es innegable que entre mas vivimos mas tenemos que argumentar y compartir, por ese motivo como sociedad podemos valorar a los adultos mayores como lo hacían las culturas ancestrales al considerar esenciales sus consejos de ancianos, sus consejos de sabios. Por lo que hoy afirmamos que si es importante la formación de adultos para la Gestión Asociada y no hablamos solo de educación formal o técnico profesional que es útil, hablamos de procesos de formación  y desarrollo de capacidades y habilidades para el trabajo colaborativo, para la participación y comunicación asertiva, para la resolución de conflictos, para la planeación conjunta, todos aspectos que requieren de cada actor no solo la voluntad y disposición si no el conocimiento y acercamiento a estrategias y metodologías que faciliten la discusión, reflexión y trabajo conjunto y articulado.

Promover y potenciar espacios de interacción social que aporten a la construcción de procesos sociales que puedan viabilizar iniciativas y encuentros ciudadanos supone abrirse a todos los actores sociales incluidos lógicamente los adultos mayores y su experiencia y saber, en un marco de  construcción intergeneracional y multiactoral, Para esto es indispensable  la formación del recurso humano que termina siendo responsable de alguna parte de los procesos locales y regionales, condición que se suma a la conveniencia de favorecer la participación, la disminución de conflictividades y la construcción conjunta de propuestas alternativas que enfrenten la dinámica social que si bien es cambiante, esta ligada a situaciones de largo aliento que requieren la visión y análisis  de aquellos que las han vivido o experimentado.

Por lo tanto, es imprescindible la generación de pautas prácticas para la implementación de metodologías innovadoras a nivel social, así como su socialización y formación, que en materia de participación y trabajo colectivo permitan garantizar que los diversos actores puedan realizar un ejercicio conjunto de planificación-gestión que aporte a la deliberación y toma de decisiones en el marco de la democracia participativa.

Se requiere que la población reciba preparación y acompañamiento de forma articulada, participativa e integradora, porque aun cuando ciertos organismos tengan la responsabilidad de toma decisiones que les competen legalmente, solo es posible generar pactos de resolución conjunta y ejercicios de revisión y análisis de situaciones a nivel del territorio, si los diferentes grupos de población que  vivencian y experimentan las condiciones y factores que condicionan tales situaciones tienen el conocimiento y el escenario para aportar y comprometerse.

En ese contexto, la democracia participativa supone promover o enunciar retóricamente la necesidad de recuperar legitimidades sociales, de fomentar espacios de deliberación y de cooperación social, dentro del actual marco de relaciones institucionales[1].

Hay necesidad de extender los pequeños espacios comunitarios, para alcanzar mayor confluencia y encuentro entre actores, de forma que cada uno pueda hacer parte y compartir una misma visión, aunque sea desde diferente ángulo, bajo esquemas de educación y formación integral que pretenda el desarrollo armónico de todas las dimensiones de la persona y de las comunidades[2]. Por eso hoy invitamos a quienes creemos en estas iniciativas, para que continúen participando, para que se vinculen, para que conozcan y se enteren, para que no sean otros quienes tomen las decisiones que involucran al barrio, a la localidad, al municipio, al territorio que habitamos sea cual sea.

Tengamos presente que los escenarios participativos de planeación-gestión son verdaderamente de reflexión y análisis de los procesos de planeación, sus mecanismos, estrategias y planes de desarrollo, y lógicamente sirven para el afianzamiento de las condiciones que requiere nuestro país en función de los retos de consolidación del proceso de construcción de paz en el cual todos estamos empeñados.

Sin olvidar que los escenarios para la educación y la formación, no se agotan en un solo lugar ni en un tiempo determinado, porque todos los lugares donde el individuo, de cualquier edad, actúa o interactúa son susceptibles de utilizarse como espacios de aprendizaje, en la mayoría de los casos con un carácter significativo para aquellos que participan del proceso de formación, facilitando así su aprendizaje y la aplicación de lo aprendido en su ámbito personal y organizacional[3], en ultimas en su territorio y en todos los posibles espacios decisorios de planificación-gestión.

 

 

​* Ahedo Gurrutxaga , I. (2007). Democracia participativa y desarrollo humano. Madrid: Dykinson.

 Ley 30 de 1992, art 1

* Juliao, C. S., Docal , M., & Romero, O. L. (2008). Observatorio Social a los planes de desarrollo Municipal: proceso de formación en la acción. Bogotá: Uniminuto.

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